domingo, 25 de noviembre de 2007
Homenaje a Octavio Paz
La Capilla Sixtina. . . se presenta como algo acabado y perfecto: al reclamar nuestra admiración, nos mantiene a distancia; el jardín de Ryoan-ji, hecho de piedras irregulares sobre un espacio monocromo, nos invita a rehacerlo y nos abre las puertas de la participación.
… los poetas y los pintores japoneses podrían decir . . . “la imperfección es la cima”. Esa imperfección . . . no es imperfección: es voluntaria inacabamiento. Su verdadero nombre es conciencia de la fragilidad y precariedad de la existencia, conciencia de aquel que se sabe suspendido entre un abismo y otro.
Para el mosquito
también la noche es larga,
larga y sola.
. . . en el haikú la palabra se resuelve en silenciosa contemplación.
El haikú fue una crítica de la explicación y la reiteración, esas enfermedades de la poesía. El renga (poesía colectiva) es una crítica del autor y la propiedad privada intelectual, esas enfermedades de la sociedad.
Octavio Paz, Sendas de Oku
Nadie en la calle.
Perros.
Seguidilla de dientes
y mangueras.
Ficción de barrio,
vida puertas adentro.
Diente y rejas.
En un día como hoy
un simplemente 30 de noviembre
agradezco a la señora Carmen
que me hizo una reineta
a la parrilla
y me habló de su madre
y su hermana mayor,
muertas las dos,
queridas,
en ese
o algún otro rincón
de Cartagena.
Agradezco a don Pedro,
fino y sabihondo
guía voluntario,
un igual
en su historia
y sus quehaceres,
un amigo quisiera
para otros recorridos.
Agradezco al azar
que me llevó a la roca
a la hora justa,
al retumbe del mar,
a la amplitud
ondeada
del poniente.
Agradezco al que dejó
(no sé quién todavía)
tajadas de limón
en un pocillo de agua;
un vaso,
las sábanas,
como en tiempos más lentos,
abiertas y dobladas.
Y le agradezco al grillo
que, anónimo de anónimos,
hasta podría decirse
que me canta.
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